martes, 15 de junio de 2010

La Argentina, los Mundiales de Fúbtol y Maradona: desde la astrología, tanto como desde la historia, destinos cruzados.

ACERCA DEL CICLO SOL-LUNA
La Carta de la Argentina, los Mundiales de Fútbol y Maradona:
un hilo conductor, más allá de la anécdota.





(segunda parte)
Olga Weyne



La oposición del ciclo o fase de Luna Llena

16 de mayo de 1994, a 13 º de Cáncer, en casas IX / X

La Luna llena es el momento crucial del ciclo Sol / Luna, un punto tan crucial como el del arranque... ¿Por qué? Porque se trata de una repolarización, o sea, del momento en el cual aquello que nació –o renació- en 1978, en el caso de la Argentina, verá en el espejo su “otra parte”, lo que no sabía que existía pero que vibraba a sus espaldas.


Los astrólogos están acostumbrados a constatar, en las cartas de sus consultantes, que en estos momentos cíclicos tienen lugar frecuentemente cambios en la pareja. El que está en vínculo estable puede empezar a cuestionarlo o incluso se separa. El que no tiene pareja, frecuentemente la encuentra. ¿Cómo se liga esto con la “repolarización”? Básicamente, comprendiendo que los individuos solemos encontrarnos con lo que nos compensa o equilibra, sobre todo cuando no lo buscamos y dejamos que el inconsciente haga su tarea. Aunque suene poco romántico, la pareja que nos acompaña -o que en un momento dado deja de acompañarnos- suele representar el platillo opuesto de la balanza, el “peso complementario” de nuestra propia estructura, el “lado oscuro” o por lo menos incomprendido de nosotros mismos. Lo que la astrología agrega a todo esto, es que semejantes movimientos de compensación no ocurren en cualquier momento y sí lo hacen, en alta proporción, en los momentos de Luna Llena –librianos, de oposición- de un ciclo.


Imaginemos a la Argentina como a un individuo que, hacia 1994, se encontró cara a cara con su “pareja imaginaria”. Para los astrólogos atentos, no es un dato menor que esta progresión de la Luna Llena haya caído en ese preciso momento sobre Venus entre las casas I X - X de la carta de la Argentina (o sea, sobre el maravilloso Venus de este país de “gente tan linda”), que es además el regente de su Ascendente.


Veamos qué le ocurrió a la Argentina en este momento “tan romántico”. Estamos en pleno 1994, obviamente en medio de otro Mundial de Fútbol. Pues ocurrió que Maradona se dopó delante de todo el planeta: dolorosísima revelación para la gente de la calle. Todos -o casi todos- lloramos ante la imagen patética del héroe llevado de la mano por una enfermera americana, como si fuera un niño incapacitado, fuera de la cancha. Y luego, nos conmovimos ante su dolor de ídolo caído afirmando ante las cámaras: “me cortaron las piernas”. En definitiva: la “pareja imaginaria” de la Argentina, su genio nacional, terminó siendo un infantil Neptuno directo... polarizado e inmaduro. Ahora bien: es cierto que, por otro lado, el evento fue confuso y que subsiste la pregunta acerca de por qué lo engancharon -justo a él- con el test del dopping. Indudablemente, quedó de por medio una intriga...

Sea como fuere –igual que en las fases anteriores- nuevamente coinciden aquí las cartas de la Argentina y de Maradona. En su caso, la Luna Llena se hace también en 1994 (en agosto), a 11º de Géminis en su casa VII. Para él también la fase implicaba, en lo personal, una repolarización, un encuentro con lo no visto ni imaginado en el Cuarto Creciente (en Piscis, cerca de su Luna, a principios de 1986). Fue el momento, como vimos, en que se cimentó su máxima “forma conocida”: el héroe de la tribu, el genial goleador de la “mano de Dios” y del gol del siglo, en el Mundial de México.


Esa “forma máxima” está mostrando su otra parte, en esta fase de Luna Llena: la del ser humano vulnerable, con un ciclópeo Sol-Neptuno en Escorpio en XII a cuestas, que apenas puede con su vida cotidiana. Fuera verdadera o falsa la acusacion de dopping en ese momento, es indudable que Diego Maradona, crecientemente, se iba adentrando en el mundo confuso y oscuro de la droga pesada. Ser un héroe en un país como el nuestro –no sólo en su caso- suele llevar a estos extremos de estrago personal.


O sea que de nuevo emergió la escena conocida: la genialidad nacional ante la incomprensión del mundo. De nuevo, querer compararse con los grandes del planeta y ansiar ganarles -como en 1982 ocurrió con la Guerra de Malvinas- para luego tener que “arrugar”. Sólo que ahora, en 1994, lo tenemos a Maradona bravuconeando con la AFA, así como antes tuvimos a los militares agitando el trapo rojo ante Inglaterra. En un caso como en otro, intentando mostrar que somos genios incomprendidos ante ese Primer Mundo que nos niega su apellido. Claro que este síndrome no cesa: Cavallo mismo hace pocos meses -en este 2001 de la crisis terminal- hizo un discurso bravucón ante el FMI sosteniendo que “hay que tener la sartén por el mango, y el mango también”. Al día siguiente tuvo que transar y pagar las letras al 13 %. Y hace pocos días, en este aciago momento escorpiano del año, volvió de los EE UU con las manos vacías y el mensaje hastiado del mundo financiero internacional: “que la Argentina se arregle sola, basta de ayudas”.


¿Podemos comprender la eficacia del Ciclo Sol-Luna en una carta, sea ésta la de un ser humano o la de una entidad colectiva como un país? Sus ocho fases nos van conectando con un ritmo profundo, al decir de Dane Rudhyar, un ritmo que de alguna manera refleja el camino de reapropiación creativa de esa individualidad. ¿Qué puede significar, desde la creatividad profunda de la Argentina, que las fases de este ciclo caigan “casualmente” durante los mundiales de fútbol? ¿Y que coincidan con los de su héroe deportivo máximo, “casualmente” protagonista de esos mundiales? Quizá sea más sabio quedarnos con las preguntas abiertas, a manera de guía, para proseguir con nuestra indagación.


Lo que sí resulta evidente es que durante 1994 -en el momento de la Luna Llena del ciclo, o sea, en su mitad exacta- todo lo que había sido vivido como gloria al genio futbolístico nacional, quedó reflejado ante el espejo del mundo. Fuimos -o por lo menos así nos vieron- los pseudopoderosos desenmascarados como “chantas”, los niños geniales que se pasaron de la raya. Los soberbios a quienes los realmente poderosos terminaron colocando en su lugar.


Pero esta fase de Luna Llena vino con otro suceso, mucho más conmocionante y de mucha más repercusión a futuro para el país. En julio de 1994 la opinión pública quedó paralizada de horror: se había producido el atentado contra la AMIA, la mutual judía, apenas dos años después del estallido de su embajada (en marzo del 92). Acá hizo su aparición otra “cara oculta”, mucho más oscura por cierto que la del infantilismo neptuniano de Maradona. Acá asomó, junto con Neptuno, el otro extremo de la cuadratura: el oscuro y temido Plutón en Piscis en VI de la carta de la Argentina.

Las mafias enmascaradas hasta ese momento –pero subterráneamente activas- empezaron a demostrar que también formaban “parte” –la parte más temible y poco reconocida- de la totalidad nacional. La parte no dicha, acallada por el mandato que exige “de eso no se habla”, y que de manera jupiterianamente negadora constituye una de las creencias de base de los argentinos. Creencias que nos dictan que en este país somos civilizados porque descendemos de europeos. Que no somos racistas ni discriminadores. Que no somos violentos, aunque cada tanto nos apeguemos a slogans como “cinco por uno...” o “al enemigo, ni justicia”. Que jamás alimentamos asesinos a sueldo como en otras partes del mundo, aunque hagamos la vista gorda ante la “mano de obra desocupada” de la época del Proceso...


Y para seguir sumando nuevas imágenes en el espejo de esta fase libriana del ciclo, llegamos a fin de año con una novedad que vino desde afuera y descolocó al mundo globalizado: el tequilazo. Apenas asumió el nuevo presidente de México, en diciembre de 1994, tuvo lugar una devaluación y Cavallo, que estaba de vacaciones, debió salir corriendo a apagar el incendio. Argentina venía en suba –así se creía- pero entonces se demostró la intensidad de la debacle subterránea. O sea que, de nuevo, se verificaba crudamente la famosa dependencia externa de este país con Ascendente en Libra. Pero astrológicamente había un dato mayor, a nivel de tránsitos mundiales: en enero de 1995, Plutón acababa de entrar en Sagitario.

La sesquicuadratura menguante del ciclo (por analogía, punto medio de Escorpio).
 25 de noviembre de 1997, a 1º de Virgo, en casa XI.


Lo que se “espejó” en Luna Llena ¿se toleró o no? Este interrogante tiene su importancia porque lo que ocurre en la sesquicuadratura menguante -o sea, cuando adviene la fase ocho del ciclo- habitualmente nos da una pista. Este es el momento escorpiano en el cual los polos que se espejaron uno a otro en la fase anterior, ahora son llevados a una fusión intensa, propiciadora de una transformación... en el caso de que accedan y se entreguen a esta alquimia. Si no es así, o sea, si un polo sigue malcomprendiendo al otro (que a esta altura espejará cabalmente su sombra) en lugar de alquimia tendrán lugar escenas de conflicto.


Sincrónicamente, en este momento de incomprensión profunda entre Maradona y los argentinos, el ciclo Sol-Luna del ídolo y el del país se fueron alejando y dejaron de coincidir. La fase escorpiana de Maradona –su sesquicuadratura menguante- tuvo lugar recién el 9 de setiembre de 1998, casi un año después de la respectiva fase de la Argentina. Y ya no volvieron a encontrarse.


A los efectos de nuestra lectura, es de cualquier manera fértil seguir leyendo a través del “polo Maradona” el movimiento sombrío opuesto, o sea, el de “eso” que metodológicamente hemos dado en llamar “la Argentina que somos”. Claro que el estado de este otro polo sólo puede inferirse a través de la opinión pública promedio del momento o de los mensajes de los medios. Y también es cierto que si cambiáramos a Maradona por otro ídolo, político, caudillo o super-estrella de cualquier ámbito del quehacer nacional, el ejercicio sería igualmente válido; pero seguramente no tan nítido en sus demostraciones.


Volvamos a nuestro circuito: en 1998 tenemos el mundial de Francia. ¿Qué pasó en el medio? Pues que, poco a poco, el ídolo nacional se fue transformando en un actor de circo criollo. Ya antes de su defenestración futbolística en el mundial de 1994, la prensa nacional había iniciado su campaña de ensañamiento, a tal punto que no privó a la audiencia de ningún gag, desde el episodio del jarrón de Cópola hasta las modelos mediáticas, sin contar con el tristísimo apresamiento público ante las cámaras mientras salía de su aguantadero, obnubilado y saturado de cocaína. Y después del fracaso estrepitoso en los EE UU, el castigo periodístico y popular al héroe caído –y las respuestas furibundas de éste a los medios- ya no tuvieron límite. Así es como en el mundial de 1998 Maradona ya no juega, sino que es un mero comentarista tras las cámaras... La lástima y la vergüenza ajena le concedieron ese espacio, como último recordatorio al ídolo caído.


La fase ocho –escorpiana- del ciclo Sol Luna parece mostrarse implacable con la Argentina y con su “amado ideal”, ahora desenmascarado. Parece no haber vuelta atrás: estamos ya en pleno 1998, y arranca la evidencia de una depresión económica irremontable. En 1999 se acentúa la paranoia anti-brasileña: de nuevo, los vecinos del gran país carnavalero se muestran más pragmáticos que nosotros y el Mercosur empieza a revelarse como una herramienta de dominación y expansión. Nuevamente, el Ascendente en Libra hace su aparición –en su nivel más inmaduro- dejándonos en manos del “otro” de turno y sintiéndonos a su merced.


A esta altura –extendiendo de nuevo osadamente una categoría de la psicología del individuo al plano de lo colectivo- el cuadro maníaco-depresivo que trasunta la carta de la Argentina parecería incontrastable. Siguiendo esta analogía, las grandes fiestas futbolísticas (sumadas a las fiestas de los políticos) serían los puntos de manía, mientras que las crisis económicas y los fracasos futbolísticos constituirían las depresiones. Si nos permitiéramos comparar el país con un individuo ¿seríamos, en definitiva, una estructura bipolar? Es muy duro, cuesta admitirlo... Y sin embargo...


Otra manera de ver esta fase es que quizá la extensa etapa de democracia vivida desde 1983 nos haya permitido reencontrarnos de a poco con la negadísima sombra colectiva, o sea con esta creativamente ambigua “Argentina que somos”. Claro que esto no es fácil, porque implica “retirar proyección” a las cómodas pantallas de los tiranos del mundo –o locales- que según la mitología nativa vienen desde el virreinato impidiéndonos concretar “nuestro destino de grandeza”. Dentro del ciclo que estamos analizando, tuvimos en el arranque a los militares del proceso gobernando de facto e incautando las libertades individuales, con lo que todo argentino tuvo –por cierto que válidamente- la expresión cabal del “enemigo enfrente”. Luego, este rol lo encarnó Inglaterra con su avasallante respuesta a la osadía nativa. Y luego, los sucesivos intentos de políticos y economistas para conjurar el desquicio de una economía que se volatilizó después de dos crisis de hiperinflación, que pocos países del planeta han sufrido contemporáneamente en tal magnitud.

En este punto crucial del ciclo, por lo tanto, me animo a instalar -por lo menos- una hipótesis menos tenebrosa, y es la siguiente. ¿Quizá el duelo no hecho en el momento de “la hiper” o mucho más atrás, en el momento atroz del genocidio, se haya empezado a hacer en el momento de esta sesquicuadratura menguante? De ser así, no habríamos desperdiciado del todo esta oportunidad de alquimia del ciclo. Claro que los efectos de un cierre alquímico, en lo anímico, no llevan precisamente al júbilo fiestero que tenemos asociado con nuestro “ser nacional”. Por el contrario, conducen a una etapa de “noche oscura del alma” inevitable de transitar, si se quiere atravesar la prueba máxima del camino de individuación colectiva.


La cuadratura menguante del ciclo ó fase de Cuarto Menguante


1 de mayo de 2001, a 20 º de Libra, en casa XII (muy cerca del Ascendente)


Una cuadratura menguante implica el momento del “logro” de un ciclo. Si los polos en fusión recíproca pudieron transformarse en la fase anterior de sesquicuadratura escorpiana, esto es, si se toleró pasar por esa oscuridad del “cierre alquímico”, podrán ahora mostrarse los frutos. Si no pudieron hacerlo, de cualquier manera mostrarán el estado de su fructificación que -igual que la de un árbol- irá tanto desde una excelente cosecha, hasta una cosecha regular e incluso desperdiciada o perdida. En definitiva: una fase de Cuarto Menguante es “la auditoría” del ciclo. Y más vale enterarse de lo que nos dicen los auditores –nos guste o no el diagnóstico- si queremos proseguir con nuestra empresa.

Es algo asumido que desde la debacle económica de 1998-99 en el plano nacional -y el no retorno de Maradona en lo futbolístico- ya no hubo candidatos reemplazantes para remontar la caída. Es interesante constatar que –como si algo empezara a querer mostrar otra cosa- ésta es la primera fase del ciclo de la Argentina que no coincide con un mundial.

En lo político, el reemplazo de Menem por De la Rúa también indicó el desplazamiento de un arquetipo por otro, poco habitual en la dramática histórica del país. Hacía ya rato que no había más tela para cortar dentro del triunfalismo menemista, pero de esto se pasó casi sin transición al contexto de una presidencia signada –salvo en los primeros tiempos indefectiblemente idealistas- por el desconcierto y la vacilación. Pasamos en pocos meses, de un presidente con Sol en uno a otro presidente con Sol en siete: toda una metáfora de la ciclotimia colectiva. 1


Fue también evidente que a partir de ese momento las opiniones de la “gente de la calle” así como las evaluaciones de los medios, empezaron a padecer de cierta perplejidad. La crisis demostró ser de tal magnitud, que empezó a asumirse el no retorno. Se agregó a esto un aporte de la naturaleza: hubo que ir aceptando, dolorosamente, que los campos pampeanos inundados no volverán a simbolizar, no ya aquel mítico granero del mundo, sino siquiera un rubro económico viable a nivel nacional. Así como hubo que aceptar otra triste realidad: que las empresas destruidas por las importaciones, ya nunca más se levantarán en su nivel –idealizadamente sobredimensionado- de antes.


¿Este indicio de aceptación del límite podrá ser entendido como el “logro” del ciclo? Es obvio que, para entender como logro semejante frustración colectiva, se requiere por lo menos de un alto en el camino... en la habitual percepción de la realidad y de los procesos colectivos. No es posible aceptar este tipo de evaluación, siguiendo el proceso histórico de un país bajo pautas de análisis histórico-sociológicas o políticas. Por eso cabe recordar que estamos hablando acá desde un paradigma que sostiene la inevitabilidad de las fases de despliegue de un proceso, entendiéndolo como parte del ritmo global dentro de un sistema más amplio. O sea que, desde la astrología, estamos subsumiendo el desarrollo histórico de una entidad colectiva social –en este caso, un país- al ritmo incluyente del movimiento planetario.


Volviendo a nuestra fase del “fruto o auditoría del ciclo”: si semejante contraste entre la Argentina imaginada y la visiblemente decadente empezara a hacerse tolerable en el conjunto de la población, quizá la gigantesca frustración colectiva esté cumpliendo “un propósito”: el tan necesario reencuentro con la realidad del sistema global. Si tenemos en cuenta que todo lo que falta recorrer hasta el próximo ciclo implica la distribución de ese fruto o logro, quizá las “semillas saturninas” que en esta etapa debamos extraer y disecar -para la futura plantación- no sean tan inadecuadas. Sobre todo si recordamos que el próximo ciclo de lunación tendrá lugar en Capricornio, el signo lunar de la Argentina 2.


Otro indicio importante es que este cuarto menguante de mayo del 2001 cayó en Libra en la casa XII: por lo tanto, parte del fruto tiene seguramente que ver con asumir asignaturas pendientes y situaciones no resueltas, relativas al tema esencial libriano: la complementariedad. ¿Quién es nuestro “otro”, realmente? En tanto que país ¿serán los EE UU, Brasil, el Fondo Monetario, las multinacionales? En tanto que ciudadanos individuales ¿serán los políticos, las mafias, el ministro de economía? A esta altura esta alteridad proyectiva –un “otro que tiene la culpa de lo que me o nos pasa”- suena a argumento demasiado conocido. No parece probable que creencias tan transitadas sirvan de limpieza en una fase culminante que se armó en las profundidades arquetípicas de una casa XII.


¿Y si se tratara de un “otro” interior, de ese enemigo boicoteador y ladino que casi todos los argentinos parecemos llevar dentro? Si semejante percepción ocupara el cuarto menguante del ciclo, quizá éste haya culminado con un estado de conciencia que por primera vez esté reflejando algo maduro a nivel colectivo. Algo así como “estamos encerrados acá por nuestros propios defectos y no por la maldad del mundo o de los tiranos locales, y quizá de esto no nos saque nadie, salvo que lo hagamos nosotros mismos...”.


Pero entonces...¿con esto debemos contentarnos? ¿Esto es lo que dió finalmente el maravilloso árbol jupiteriano de la Argentina, precisamente en el ciclo de lunación sagitariano? Esta autopercepción no es lo habitual, por el contrario, nunca hasta el presente habíamos tolerado vernos bajo esta luz. Sin embargo... ¿no resultaría enormemente creativo aceptar que el fracaso de la soberbia y del derroche pueda ser, en definitiva, nuestra mejor cosecha...?


Así visto, éste sería un fruto producto de la limpieza de las telarañas más profundas del inconsciente colectivo nacional y, por lo tanto, un momento de fructificación oportuna porque nos confrontaría con la oscuridad horrible que el infantilismo colectivo generó. Esta hipótesis, contra lo que parece a primera vista, es jupiterianamente optimista, sólo que pretende no ser negadora y sí realista. Ser lúcidamente optimista en este contexto, tiene que ver con mirar cara a cara lo negativo y asumirlo. Y hacerlo (teniendo en cuenta que “tocar lo negativo” implica llorar y desesperarse, por ejemplo) puede paradójicamente ponernos optimistas.


O sea que desde nuestro presente, en esta fase actual de Cuadratura Menguante, quizá la hipótesis más jupiteriana que podamos ofrecer sea que en el 98 (cuando tuvo lugar la anterior fase del ciclo, la sesquicuadratura escorpiana) quizá haya empezado a esbozarse la triste sospecha ¿no seremos nosotros mismos los enemigos de nosotros mismos?



Si esto fuera así, y pese a lo terrible de las asignaturas pendientes... ¿no indicará este fruto del ciclo el tan anhelado momento de asumir la sombra?


¿Un país maníaco-depresivo?

Se es maníaco-depresivo cuando no se puede construir un mínimo equilibrio entre los polos extremos de la psique, entre el extremo de lo vital y el de lo tanático. ¿Puede aplicarse este concepto a una entidad colectiva? Aunque esta categorización sea discutible, recordemos de cualquier manera que una dictadura militar que sembró el país de muertos coexistió con la euforia por un Mundial de Fútbol ganado y luego con los beneficios de la fama de Maradona como credencial internacional. Y que de dos hiperinflaciones se salió en poco tiempo con el plan político de un presidente hiper-kinético y de un ministro de economía de voluntad arrolladora.


Pero la Argentina tiene Ascendente en Libra; por lo tanto, no evitará fácilmente el destino de equilibrar sus opuestos distantes y polarizados. Por un lado, un polo lunar canceriano reforzado por la Luna en Capricornio: vivencia de vulnerabilidad, exilio, abandono a “la propia, injusta y triste suerte”. Por el otro, un Sol en casa X y un Júpiter en casa I: vivencia de ser “agraciados y protegidos por Dios, que es argentino”, o de ser los que inevitablemente salen de las crisis y vuelven “a donde les corresponde”: el Primer Mundo.


¿En qué lugar de la carta estará el tradicional “el otro tiene la culpa, nosotros somos impolutos?” Probablemente en la retraducción inmadura de esa posición solar en X, confrontada con el mecanismo árido de esa Luna en Capricornio, “allá abajo”. De acá quizá surja también el típico y ambiguo complejo de inferioridad / superioridad gestado en la evidencia de que “estamos en el confín del mundo, prácticamente en el exilio... estamos solos aquí, desde la época del virreinato.... somos los últimos del mundo, en nuestra cuchita... pero desde aquí, igualmente, haremos conocer al mundo nuestro genio nativo”. Todo esto gestó una fortísima cultura de la nostalgia de la que deviene a su vez el tango que –como las producciones de Borges- ha transformado paradójicamente a esta aldea en un vórtice generador de mitos a veces universales.


El perfil de los héroes nacionales favoritos condice con la identificación colectiva a favor del poderoso Júpiter en uno (ahondado por las posiciones sagitarianas, actualmente tan activadas). Como vimos, esto ha llevado históricamente a una conducta negadora, atestiguada por los refranes nacionales más difundidos: “Siempre que llovió, paró”. “Donde comen dos, comen tres”, “Con una cosecha lo arreglamos”, “Déme dos...”.


Lo que no siempre se ve –Júpiter está a cero grado de Escorpio- es que esta negación tiende a ser perversa y que lo que está a la vista, muchas veces se dice que no está. Por ejemplo, se ha dicho habitualmente “nadie lo votó”, cuando el candidato elegido por la mayoría empezaba a fracasar a pocos meses de su mandato. Se mencionó una y mil veces el tétrico “algo habrán hecho” –en el mejor estilo del avestruz de las pampas- para evitar ver las aberraciones que luego no hubo más remedio que mostrar a la luz de los tribunales públicos. En el auténtico momento jupiteriano del retorno a la democracia –con la asunción de Alfonsín- la plaza se llenó de quienes padecieron el yugo y la tortura y el silenciamiento de sus opiniones. Pero también se llenó con los que poco antes –en1982- habían acudido a la misma plaza en apoyo a la bravuconada anti-inglesa de Galtieri, o sea, con los que recién en 1983 “empezaban a enterarse” de lo ocurrido durante el Proceso.


La misma polarización parece encontrar eco en las estructuras psicológicas personales de algunos dirigentes del momento actual. El desgaste y luego el derrumbe menemista entronizó, brevemente por cierto, otra tipología de dirigentes, como siempre destinados por la mistificación colectiva a ser los “salvadores mágicos” de la injusta crisis que nos arrasa. ¿Se acuerda alguien, hoy, de los embates heroicos de la ex ministra Graciela F. Meijide o del ex vicepresidente Alvarez? Porque es bien sabido –aunque intenta ser “piadosamente olvidado”- que si Fernando de la Rúa hoy nos gobierna es por la votación entusiasta que aportaron los partidarios “del Chacho”... ¿Habrá sido la patética “gesta heroica” promovida por este idealista pero –en mi opinión- inconsecuente líder político, la última o por lo menos penúltima función de la ciclotimia nativa?


Dicho en términos globales...¿puede una estructura colectiva tan polarizada llegar a algún contacto efectivo con su sombra? ¿Habrá algún “tratamiento de desintoxicación” que toque sus lugares más oscuros y los reconozca como propios? Por ejemplo: que el origen de los males no es que indefectiblemente “el mundo, o el presidente de la nación o el ministro de economía, se ponen en mi contra”.


En mi opinión se puede, aunque en principio no alcance con una invocación a la voluntad individual. Esto implica en el caso de la Argentina -como conjunto de voluntades- un previo reconocimiento del Saturno específico de la carta. Y ya sabemos que la función saturnina –cuando trabaja internamente, en pos de fortalecer la tolerancia a la frustración- prefiere el lento desgaste de los mecanismos y la vía del aprendizaje “por agotamiento”. Hasta que la mistificación sea intolerable y sólo sea soportable una opción: la realidad.


¿Qué abundancia jupiteriana podemos cosechar
con un Saturno en Acuario tan poco creativo?


La Argentina tiene a Saturno natal a 23 º de Acuario (o sea, con Urano transitándole hoy por “arriba”). Su Júpiter natal –a cero grado de Escorpio- estará fuertemente aspectado a principios del 2002 cuando pase sobre él la Luna progresada, que en noviembre está todavía en los últimos grados de Libra. Por otro lado, Júpiter en tránsito –a 15 º de Cáncer en estos momentos- está empezando a retrogradar y volverá a ponerse directo en marzo del 2002, haciendo conjunción con nuestro Sol en X en Cáncer, en junio.


Saturno está transitando en estos momentos por el grado 13 de Géminis –casa VIII de la carta de la Argentina, en conjunción a su nodo norte- y retrogradará hasta el 8 de febrero del 2002. De allí en más se pondrá directo y llegará a tocar la cúspide de la casa IX en julio del 2002. El momento crucial de la “evaluación saturnina” llegará en julio del 2004, cuando haga conjunción al Sol. Si tenemos en cuenta que ese mismo año tendrá lugar la siguiente fase del ciclo Sol-Luna –o sea, la semicuadratura menguante con la que se irá cerrando el circuito iniciado en 1978- y que en el 2008 arrancará el siguiente, en Capricornio, cabe legítimamente preguntarse... ¿en qué estado se encuentra el diálogo colectivo con el Saturno de la carta?


Por otro lado no es un dato menor, en esta síntesis de tránsitos y ciclos, la lenta presión de Plutón en Sagitario sobre el nodo sur, en la casa dos, siendo su próximo tránsito la conjunción a Neptuno... ¡que se realizará también en el 2004!


Si nos abocamos al análisis estructural de la carta de la Argentina, es obvio que la mala introyección colectiva de ese Júpiter a cero de Escorpio en el portal de la misma es lo que motoriza la ciclotimia antes mencionada, llevándonos casi sin transición desde la manía y la negación “fiestera” a esas zonas igualmente tan conocidas de la depresión oscura.


Viendo esto, los argentinos deberíamos aprender a desconfiar cuando por fuera todo parece parece tan espléndido y distendido –desde las recientes épocas menemistas de “pizza y champán”, a los históricos días en que nuestros abuelos tiraban “manteca al techo” en París. Qué importante sería advertir a tiempo que, mientras se aplica la cultura del derroche, ese potente y alquímico Júpiter escorpiano no puede reciclar su fuerza haciéndose cargo de lo no visible, de lo que gesta su potencia bien desde abajo. Su regente Plutón -en Piscis y en cuadratura con Neptuno en Sagitario- arma un núcleo complejo, amplificando lo subterráneo hasta que, “inesperadamente” –vía Urano proyectado, o sea, totalmente inverso- todo salta por los aires. Es entonces cuando aparece el costado de un Júpiter negador –que se empecina en “no ver” lo que ocurre porque, indudablemente, excede todos los cálculos. Y así, una y otra vez, se termina perdiendo todo lo obtenido y cayendo en el abismo.


Lo inesperado de estas correcciones uranianas por destino –que siempre han tenido que ver, o casi siempre, con el tema económico- demuestran la pésima relación de la función saturnina con la energía de Acuario que padecemos los argentinos. Y también del desperdicio –a la manera de una lenta sangría- de la energía jupiteriano-escorpiana. Por esto, el límite que periódicamente viene a nosotros se aplica necesariamente, como un torniquete, ante el desborde producido por el derroche y la irresponsabilidad.


Esta energía desperdiciada debe retornar luego jugando a “todo o nada”; tanto que –desde el emocional colectivo- no queda espacio para la maduración acuariana que pide el Saturno de la carta. Pero esta modalidad extrema no tiene nada que ver con la potente energía jupiteriana y uraniana de la carta del país, sino con la manera inmadura de vivirla que tenemos sus habitantes. Si ocurre de esta manera, es porque se confunden la abundancia y la libertad con el “infantilismo fiestero”.


Veamos algunos cuadros ilustrativos de lo que decimos: cuando se lo convoca a Cavallo para que “todo se resuelva” –tanto con Menem como con De la Rúa- se vuelve a constelar la fase maníaca de esta estructura, porque el ministro entra como el arquetipo del Salvador que -de manera jupiteriana mágica- “volverá a ponernos en el lugar que merecemos”. Lo interesante es que rápidamente también se ve obligado a representar un Saturno terriblemente rígido, que cuando viene ya no tiene más remedio que “entrar matando”.


Esto es así porque el arquetipo jupiteriano más admirado por los argentinos es el del jugador tramposo-exitoso. En términos locales, este jugador es un “timbero” y encima mal perdedor porque no lo inspira un espíritu deportivo sino la adicción a ganar por izquierda, indebidamente, “sobrando” y “canchereando” a sus contrincantes. Su mejor exponente fue, en el pasado, el mítico Isidoro Cañones.


Pero entonces... ¿esto quiere decir que no somos auténticamente jupiterianos? Lo somos, eso es indudable. Aún hoy –en plena crisis terminal- muchos extranjeros que llegan al país por cuestiones de trabajo, se radican finalmente entre nosotros. Ellos valoran mucho –o quizá idealizan- facetas de este Júpiter nativo: la amistad, lo afectivo, la vitalidad; las posibilidades para hacer cosas, que nosotros no percibimos que tenemos pero los de afuera parece que sí...


Otro dato de la mala relación con Júpiter es que la corrupción acá nunca fue considerada un tema fundamental. Se la veía pero se la justificaba (“por lo menos, que hagan cosas”) como si se tratara de un diezmo... Pero desde el proceso en adelante, todo cambió. Y a partir de la sesquicuadratura menguante del 98, se empezaron a conocer y a padecer las consecuencias de esa creencia sombríamente jupiteriana. Empezó a cundir la evidencia de que si decimos “que robe, pero que haga...”, todos somos cómplices.


Evidentemente, verse en este espejo patético –sobre todo a partir de la Luna llena del ciclo- sumió a la mayoría de la gente en una gran depresión, no sólo económica, sino fundamentalmente de valores y creencias. Pero por otro lado, que empezara a percibirse la sombra de esta posición -la cara oscura de la corrupción que inconscientemente todos avalábamos- fue el mayor aporte de las fases libriana y escorpiana del ciclo.


Durante la última campaña presidencial no se habló de otra cosa y el máximo logro que se esperó alcanzara el candidato triunfante, Fernando de la Rúa, fue que pusiera fin a la corrupción. Pero acá de nuevo se coló el contacto infantil con Saturno: de nuevo, se trató de pedirle a “los padres” -los políticos- que hicieran la limpieza por el resto. Y por supuesto no resultó porque, mientras cada uno siga siendo autoindulgente ante su pequeño acto corrupto del día, ese Saturno en V seguirá significando un país de niños que no quieren crecer.


Nos justificamos diciendo “pero yo.... ¡qué puedo hacer...! Lo mío no es un robo, ni una evasión, ni faltar a la ley. Yo soy un pobre e inocente ciudadano. Que castiguen a los poderosos”. Acá es donde se nota que Saturno en Acuario en V recibe la oposición de Marte en Leo en XI. Pero en lugar de significar este aspecto una poderosa posibilidad para el ejercicio de sostener el deseo, o una maduración de las iniciativas de la red, lo usamos para seguir sintiéndonos “los simpáticos transgresores en este mundo que gobiernan otros”. Un país de niños alegres, liberales, pícaros... siempre a merced de un Saturno vivido como ajeno, proyectado en autoridades rígidas y arbitrarias que nos impiden expresarnos como realmente ansiamos.


Es cierto que nos hemos infatuado al percibir que muchas veces los europeos nos prefieren antes que a otros extranjeros del “mundo periférico” –para insertarnos en sus países, como profesionales- porque somos rápidos, inteligentes, creativos y de mente abierta. Es como si nos eligieran para “alegrar la fiesta...”, sin ver que en el fondo somos maníaco-depresivos... O sea, que no somos un país con espiritu festivo auténtico como por ejemplo el Brasil; que nuestra fiesta nacional no es real sino la máscara de nuestros miedos.


Pero entonces ¿no se puede ser alegres sin ser maníacos? Claro que sí, pero con un buen diálogo con Saturno. El nuestro -acuariano, retrógrado y en casa cinco- nos pone ante el desafío de conectarnos con este cuantum energético, para juntar algún día madurez con creatividad “en red”. Aparentemente, mientras no comprendamos el talento profundo de nuestro paquete saturnino acuariano, padeceremos la ambigüedad de nuestros complejos y seguiremos repitiendo típicas y vergonzantes escenas frente a países del mundo que nos convocan porque confían en nuestra creatividad, y ante los cuales terminamos abochornándonos.


Hagamos memoria y afrontemos la vergüenza de estos datos: nuestro maravilloso Maradona saliendo del campo de juego en los EE UU, acusado de dopping; aquel profesional ubicado jerárquicamente en una empresa alemana, descubierto luego –él y su esposa- robando en un supermercado; ese grupo de estudiantes promisorios de una universidad francesa, detenidos por la policía por querer hablar telefónicamente (a larga distancia) de manera ilegal. En lo político, ni hablar de la actual situación de incumplimiento de la enésima promesa de corrección fiscal ante los poderosos del mundo... Y no sigamos con la lista de todos nuestros infantilismos compartidos, avalados y tolerados porque resulta realmente interminable... e intolerable.


Ni depresión ni utopía: sólo la realidad

(Hipótesis optimista... por lo menos una)

El agotamiento del país tiene que ver con el dinero y los recursos. No tenemos los problemas alcohólicos de los nórdicos ni la violencia separatista de los españoles ni las guerras de religión de ingleses e irlandeses. Y por lo menos hasta ahora, no tenemos talibanes ni torres derrumbadas por fanáticos fundamentalistas. Acá las crisis siempre fueron –salvo excepcionales circunstancias- por el dinero, por la distribución de la abundancia, por la circulación de lo material. La casa dos de la carta tiene su cúspide en Escorpio, signo en el que cae el Júpiter natal, y Urano también está en esa casa –la de los recursos y la materialización- junto con el nodo sur, ambos en Sagitario.


Si desovillamos los núcleos energéticos de la carta, desde estas posiciones ligadas a lo jupiteriano, lo sagitariano, la casa dos y Saturno en Acuario, todo indica que mientras querramos materializar usando técnicas y métodos tradicionales, probados y garantizados por nuestro interlocutor imaginario –el tan admirado Primer Mundo- nunca integraremos nuestra creatividad específica, ésa que con tanto fuego sagitariano parece indicar nuestro Urano en dos. Para esta posición, no hay más remedio que animarse a producir “cosas raras” y al principio carentes de encuadre conocido.


Y puesto que el dador de la estructura también es tributario de Urano –Saturno en Acuario- no habrá más remedio que ponerse a revisar la historia de “uranianos inversos irredimibles” que acarreamos los argentinos. Ligando este Urano en casa dos con Saturno en Acuario, en un núcleo de significación común, es imprescindible preguntarse: ¿cómo se materializa con Urano y cómo se madura acuarianamente en el tema más sensible del país, la consolidación de lo económico?


Según afirman reiteradamente consultores económicos internacionales, los países que despegaron son los que se animaron a hacer fuertes inversiones en educación, en reformas para mejorar la eficiencia del gasto y en el desarrollo de nuevas tecnologías. Lo asombroso es que cada tanto alguno de estos expertos todavía insiste en que la Argentina tendría resto para sumarse a esta nueva visión del mundo, e incluso llegar a ser en el 2010 la sociedad más desarrollada de Sudamérica, con Buenos Aires como “gran ciudad” para toda la región 3. ¿Conviene leer estas apreciaciones optimistas que todavía se hacen sobre nosotros, o corremos el riesgo de que se transformen en un nuevo pretexto para envalentonarnos y para volver a esgrimir slogans del tipo “Dios es argentino” o “siempre que llovió paró”? Quizá siempre corramos el riesgo de la vanidad, pero no por eso debamos dejar de mirarnos en estos espejos que –cada tanto, también- nos devuelve el mundo.


Hagamos por lo menos un ejercicio: creer que no es del todo descabellado escuchar lo que se nos propone a partir de estas propuestas. Por ejemplo, usar productos de nuestra cultura -el tango, la literatura, el cine, el teatro- como fuentes de interés para exportar. Que el país sea reconocido por la calidad de sus recursos humanos, por ejemplo, dando a conocer los emprendimientos de las redes no institucionales en materia de educación, las que se dedican a la formación de dirigentes para las ONG, las de los científicos y académicos que misteriosamente aún siguen ganando becas y subsidios en el exterior para sus proyectos de investigación. Aprovechar el interés y facilidad de la población para el ingreso a Internet, multiplicando redes informativas en toda la zona sudamericana. Reforzar los proyectos existentes para montar emprendimientos económicos alternativos y así encarar un polo dinámico de nuevos líderes empresarios.


Aunque en las actuales circunstancias parezca magia lejana, no podemos negar que estas propuestas suenan a una buena integración del núcleo que aúna a Urano en dos con Saturno en Acuario. Por el contrario, cuando nos detenemos a pensar qué nos dedicamos a producir y exportar durante estos dos siglos en que nos consideramos el “país granero del mundo” (vacas, cereales y algún vestigio de producción industrial clásica, como productos textiles y alimenticios)... vemos que nos abocamos a lo más tradicional posible, o sea, a lo menos uraniano posible... ¿Puede sorprender nuestro estancamiento?


Por otro lado, la presión por destino de la crisis hizo que actualmente empezaran a realizarse cultivos para nada tradicionales: lavanda, soja... Se empezó a forestar de manera diferente... Hubo quienes se animaron a criar aves raras como faisanes. Y todos estos pequeños emprendimientos “insólitos”... ¡se empezaron a exportar, y funcionaron muy bien...!


En la carta del país hay un quincuncio Urano-Mercurio, y tanto éste como Venus caen en la casa IX. Ese quincuncio va de alguna manera (por Venus) también al Ascendente. Y ya sabemos que los quincuncios son de muy difícil resolución. En la carta de la ciudad de Buenos Aires 4 entretanto, sólo hay planetas en fuego y en aire: Sol, Luna y Mercurio en Géminis (en conjunción en casa XI) Saturno-Urano en Acuario (en conjunción en VII) y Júpiter en Sagitario en IV. Todas éstas son posiciones tendientes a la afectivización del conocimiento y de la información, y a las aperturas ante nuevas ideas.

Sincrónicamente con esta aspectación, por cierto que el de Buenos Aires es un extraño fenómeno: no hay ciudad del mundo donde haya tantos psicólogos por metro cuadrado. Obviamente –se nos podrá decir- es un buen recurso para un país de maníacos depresivos, pero las consecuencias en materia de producción intelectual no pueden ser soslayadas. Ni qué hablar del rubro que engloba “lo alternativo”, aunque el término no nos guste demasiado. Dejando de lado la proliferación liviana de la llamada New Age, lo que se hace en nuestro medio y lugares parecidos –no me refiero sólo a Casa XI sino a tantos emprendimientos igualmente serios sobre investigación de nuevos paradigmas- no tiene por el momento paralelismos en el mundo de habla hispana. Si por añadidura constatamos que la calidad producida es inversamente proporcional a la ausencia de recursos y a la distancia geográfica de los grandes centros culturales... ¿quién podría dudar que se trata de producciones rotundamente uranianas?

Es por cierto bastante improbable que los productos de lugares como Casa XI o de los institutos jungianos o de las terapias alternativas, resuelvan la crisis del país... No obstante, se trata de otro dato “extraño” –uraniano- a considerar, en particular la evidencia de que pese a la penuria económica gigantesca, no decrezca el apetito colectivo por la información y la indagación. Entonces, quizá sea éste el momento de reflexionar acerca de que lo “insólito”, lo impensado por nuestros padres y abuelos, es finalmente lo que nos dará aptitudes realmente materializadoras.


Si el humor colectivo se conectara mejor con Urano, quizá se resolvería mejor su quincuncio a Mercurio, permitiéndonos mayor flujo de creatividad en relación con los productos mercuriales que nos son tan afines: el mundo intelectual, la avidez por la palabra oral y escrita, la curiosidad con respecto al resto del mundo. Pero esto sólo ocurrirá si nuestra estructura maníaco-depresiva –en el caso extremo y terrible de que fuera éste nuestro diagnóstico colectivo- o en todo caso nuestra índole soberbia, atacada, obsesiva, acomplejada... hiciera el difícil salto cualitativo y aceptara su naturaleza profundamente creativa.


Si coincidimos con lo anterior, la evaluación energética parece contundente: mientras lo uraniano no esté incorporado a este circuito, no tendremos auténtica madurez. ¿Qué implica, con un Saturno acuariano, pasar a un nivel de Urano creativo? Por un lado, es cierto que una casa dos con Urano materializa menos, o por lo menos con criterios que al principio “no cierran”, no convencen al mercado tradicional. Implica cada tanto –como ahora- bancarnos un salto al vacío en materia de recursos.


Pero no hay manera de salir de este atolladero, si nos auto-visualizamos como tradicionales y conservadores. Es obvio que nuestro otro imaginario nunca fue el resto de Sudamérica, sino los personajes seudo-cortesanos y snobs de la revista “Hola”. O sea que el problema es el conjunto de valores y la autoimagen colectiva –desde donde arranca la demanda de productos y bienes- antes que la economía. Sigamos esta pista: cuando estamos en el exterior, de vacaciones, nos ponemos colores y todo tipo de ropa, pero en cuanto volvemos acá ya no la usamos porque “no, en nuestro país esto no sería elegante”. La manera deshinibida como nos mostramos las mujeres en Brasil o en el Caribe o en Europa, ni remotamente la reiteramos en las playas locales o uruguayas. Acá nos paraliza el miedo al ridículo, a la mirada descalificadora que nuestro inmaduro Saturno en V pueda arrojar sobre el jactancioso e idealizado “Sol alto” de la imagen colectiva. Imagen que presume tener sólo interlocutores calificados, con los que el también inmaduro Ascendente en Libra cree contar como pares.


Epocas de amplificación jupiteriana (peligro inminente)


La reunión de la que surgieron todas estas ideas –un seminario de posgrado en Casa XI- intentó ser una muestra del Urano en dos nacional cuando se propone ser creativo y no reactivo. Nos congregamos en forma de red pensante, y así la energía que circuló nos sugirió hipótesis con las que hicimos juntos varias “cosas uranianas” 5. En principio, aplicamos una mirada cíclica -a través del ciclo Sol-Luna del país- para percibir movimiento y estructura al mismo tiempo. Y también aplicamos el famoso “arquetipo XI” en su faz creativa –alusión a lo que se hace en “una Casa XI” cuando se agrupa gente afín- o sea, juntarnos y hacer que el grupo produzca ideas.


Cuando iniciamos estas reuniones, hacia junio-julio de este año, nos preguntábamos qué acontecimiento tendría lugar cuando la Luna Progresada saliera por el ascendente –a 24º de Libra- el 21 de agosto. Ahora lo sabemos: exactamente ese día se destrabaron las lentísimas negociaciones que ponían en peligro el acuerdo para el préstamo acordado, con el que se exorcizaría la bancarrota nacional. Magro resultado, por cierto, en relación con nuestro “otro” favorito del momento –el Fondo Monetario Internacional- pero de cualquier manera, inevitable dada la relación de fuerzas. Que se destrabara algo tan crucial para nuestra crisis justo ese día, corroboró la rectificación aceptada para la carta de la Argentina. O sea que el suceso tuvo, por lo menos para nuestra red de investigadores de Casa XI, un costado astrológicamente jupiteriano.


Otra “pregunta del millón” fue qué podría pasar con el tránsito de Júpiter sobre el Sol natal (a 17 º de Cáncer), que empezará a sentirse probablemente al ponerse directo a 5 º de Cáncer a principios de marzo del 2002, hasta pasar sobre el Sol en junio. Simultáneamente, como dijimos, tendremos la Luna Progresada pasando sobre Júpiter natal el 27 de enero. Pero la pregunta profunda era en realidad ¿qué nivel de Júpiter se estará en ese momento manifestando, qué es lo que se amplificará? Para una estructura tan negadora no deja de ser un ambiguo peligro, si en esos momentos hay señales de descompresión o aflojamiento de la tensión porque luego, cuando Saturno pase por el Sol en el 2004 habrá que pagar –una vez más- todas las consecuencias de estos excesos y falsos optimismos. Sobre todo si en ese año, como también vimos, se empieza a prenunciar el futuro ciclo Sol-Luna capricorniano del país.


En julio nos preguntábamos por esto, y hubo un indicio el 10 de setiembre, un día antes del estallido de las Torres Gemelas 6. Justo ese día llegó el adelanto esperado -como agua en el desierto- enviado desde los EE UU, producto del acuerdo con el Fondo Monetario. En ese momento Júpiter estaba exactamente sobre Venus (a 11º de Cáncer), o sea, sobre el regente del Ascendente.


La sensación del gobierno fue de alivio, porque a partir del día siguiente hubiera sido seguramente más difícil, en caso de empantanarse de nuevo la negociación, que la Argentina obtuviera suficiente atención del mundo para su problema doméstico. O sea que ésta fue una escena realimentadora del eterno Júpiter confiado y negador, el del slogan “Dios es argentino”. Porque efectivamente, sólo por un día y pegando en el palo –por lo menos para los contadores de la tesorería nacional- de nuevo tuvimos nuestra cuota de “suerte histórica” y el préstamo llegó a buen puerto.


Conclusión: ¡qué peligrosos son los tránsitos jupiterianos para los argentinos! Es evidente que, al menor estímulo, se vuelven a reforzar los arquetipos de la confianza ciega y del aflojamiento en las responsabilidades creativas y así, tan rápido como vienen –mucho más rápido en estos últimos tiempos- las supuestas y abundantes ventajas se desinflan y desaparecen.


Veamos, sino, lo que siguió: los tiempos uranianos empezaron a ser tan cortos, casi instantáneos, que no hubo ámbito alguno para gozar de la “buena suerte” obtenida. Enseguida vinieron las elecciones, con resultados bastante previsibles salvo algunas excepciones, pero con el agravante del nuevo escenario bélico internacional. Ninguna ventaja pudo ser capitalizada por el gobierno –comandado por un presidente acorde con estos tiempos atónitos y depresivos- y así llegamos al presente, en el que estamos nuevamente en el punto en que comenzó esta nota –cuya primera parte fue publicada en agosto- cuando hablábamos de la la asunción de Cavallo el 18 de marzo. O sea, de nuevo en crisis terminal y con un ministerio de economía tambaleante.


En lo que hace a la guerra entre EE UU y Afganistán, ni siquiera hubo tiempo de volver a consolidar otra creencia jupiteriana histórica: “yo, argentino...” -retraducido como “¿qué puede importarme algo tan lejano...?”- porque prontamente debimos anoticiarnos que si bien no habrá –quizá- talibanes ni torres en implosión, puede haber ántrax... o cualquier situación límite imprevista. Igual que en el resto del planeta.

Pero entonces... ¿deberíamos extrañar nuestras antiguas épocas de “vacas gordas” jupiterianas, aquellas que por lo menos duraban un par de años? ¿O será por el contrario un regalo mucho más jupiteriano ver que esas rachas de abundancia ya no tendrán, de ahora en más, espacio ni tiempo disponible para estabilizar –ni siquiera por un par de meses- simplemente porque estaban constituidas por ideales egoístas, por ilusiones impracticables, por creencias negadoramente optimistas en un futuro que, en el fondo, nunca nos animamos a empezar a construir en serio?


Igual que al principio ( para cerrar)... aprovechemos otra sincronicidad
Dejemos por ahora estas preguntas abiertas... Sólo en función de ellas, en todo caso puede tener sentido intentar prefigurar algún futuro escenario.


De cualquier manera, a todo astrólogo le debe estar apareciendo en estos momentos la tentación de indagar lo que pueda ocurrir con Maradona el 10 de noviembre... ¿Qué importancia puede tener, en un país que se derrumba, que ese día se haya dedicado al decadente ex Gran-Héroe-Argentino? Histórica y sociológicamente, no mucha. Simbólicamente, por el contrario, mucha pero mucha importancia. Lo que ocurra en la cancha, en el supuesto de que el antiguo “muchacho maravilla” pueda salir a jugar, puede estar hablando –como en todo este ciclo Sol/Luna- de la alquimia con nuestra sombra colectiva.


Pero...¿y si no puede salir a jugar? Pregunta improcedente. Al fútbol o a cualquier otra cosa... ¿quién podría decir que no se está jugando –consciente o inconscientemente- algo decisivo en su vida, en estos momentos? Entonces, sigámosle la pista al “muchacho maravilla”... Quizá su itinerario, en esta fase terminal de la fama, siga dándonos indicios sobre nuestra sombra...


Y así –a lo mejor, contando con suerte verdaderamente jupiteriana- en el próximo ciclo capricorniano ya no necesitemos de héroes o heoínas que nos representen “gloriosamente” en el mundo, para luego ser sacrificados y comidos por nosotros mismos. Si empezamos a tolerar el espejo real, quizá lentamente podamos ir reconociendo y valorando lo que siempre fuimos: un país mediano, de desarrollo promedio, habitado por gente con algunas virtudes y con algunos defectos. Mujeres y hombres con ganas de ser felices y de agradecer tanta abundancia real y objetiva como la que el país realmente ofrece, y de legarla a sus hijos y al resto del mundo reproduciéndola con trabajo, inteligencia y creatividad.


O sea, un país cabalmente jupiteriano, capaz de colaborar con las posibilidades auténticamente creativas de su Saturno maduro, en estos tiempos uranianos y desafiantes de la red planetaria.

Notas:
1 Ver la comparación de cartas entre Menem, De la Rúa y los principales políticos de la actualidad argentina en las publicaciones de Casa XI (desgrabaciones del seminario “La Argentina que somos”), que se editarán a partir de abril de 2002.




2 El próximo ciclo Sol/Luna de la Argentina arrancará en mayo del 2008, a 27º de Capricornio, en su casa IV.



3 Bozz Allen: consultora económica, citada por Clarín (sección economía) del 23 de abril del 2001.



4 Se toma la fundación de Juan de Garay: 11 de junio de 1580 (horario rectificado: 13:10 GMT, lo que da un ascendente a 2º de Leo).



5 Vuelvo a reiterar mi agradecimiento a los asistentes a mi curso sobre “La Argentina que somos”.



6 Ver próximas notas en Revista CXI, sobre el atentado a las Torres Gemelas en los EE UU.